lunes, 17 de enero de 2011

Cacahuetes

Desperté de repente, confundida por una extraña sensación. Sabía dónde estaba y sabía lo que había pasado. Pero algo malo me recorría por dentro. Miré a mi izquierda y allí estaba el Capitán Sparrow completamente desnudo pero envuelto estratégicamente entre las sábanas para que no se viera nada de nada. Me di cuenta de que él no era el único que estaba desnudo en la cama, no me importaba. De repente una sacudida dentro de mí me hizo levantar de la cama de un salto. Ya sabía que es lo que me estaba recorriendo por dentro, los cacahuetes.
Tiré de las sábanas tan fuerte como pude y me las puse en forma de túnica griega, empecé a corretear por la casa, ¿¡Cómo en un piso tan pequeño era incapaz de encontrar el lavabo!?... no podía más, aquello subía y subía. Me notaba mareada, me apoyé en el sofá y... y ya no pude hacer nada por evitarlo. Lo que tenía que salir de mí salió. Fue a caer todo encima del sofá. Me encontraba fatal, me senté cómo pude en el suelo, estaba sudando y me había manchado el pelo. Me vino otra arcada más, creía que la podía controlar, así que me levanté dispuesta a retomar mi búsqueda del baño, pero fue ponerme en pie.... y todo volvió a caer encima del sofá.
-¿Susanna?- Sparrow me buscaba, ¿Por qué? ¿Por qué me iba a tener que ver así?.
Respondí con un extraño ruído, como un pequeño gemido, el sonido que haría un animal al estar herido de muerte.
-¿Susanna?- seguía sin verme, pero en seguida apareció por la puerta del salón. -Ay Dios Susanna, ¿Qué te pasa?.
-Lo siento, de verdad que lo siento mucho. He buscado el baño pero no lo he encontrado y bueno... te he dejado el sofá hecho un asco.- me sentía totalmente avergonzada.
-Ei no, no pasa nada. Total, estaba hecho un asco y lo iba a tirar pero me daba palo y nunca lo hacía, ahora tú has hecho que realmente desee tirarlo-me dijo mientras se aproximaba a mí y me acariciaba el pelo.
-Oooh, me siento fatal.... perdóname.- me volvieron a coger sudores fríos y eché otra tanda de cacahuetes en el sofá.
-Oye, tú estás muy mal. Creo que tendríamos que llamar al médico, puede que tengas una intoxicación y te tengan que medicar.
-Nooo, no pasa nadaaa , esto no es nada... en seguida se me pasa... tú... tú... tú ve a vestirte- Acababa de darme cuenta de que mi Jack Sparrow personal llevaba tan sólo sus ajustados boxers.
Era una escena penosa. Yo tirada en el suelo, desnuda, envuelta en las sábanas sobre las cuales habíamos.... habíamos dormido..., con el pelo revuelto, pegajoso, estaba sudada, pálida, me temblaba todo el cuerpo, me apestaba la boca, todo me daba vueltas, me estaba mareando mucho.... me maree muchísimo, después ya no vi nada.
Lo siguiente que recuerdo es una luz muy potente iluminándome, no, no estoy muerta, la luz provenía de una lámpara. Después pude distinguir sombras, sonidos... creo que querían hablar conmigo.. pero no sabía qué eran. A los pocos segundos descubrí que estaba tendida sobre una camilla, tapada con sábanas blancas y que esos sonidos eran palabras que articulaba un médico hacia mí.
-Ei, ¡despierta!, vamos abre los ojos, haz un esfuerzo... así, muy bien, muy bien. ¿Sabes dónde estás?
Miré a mi alrededor, un montón de aparatos médicos se habían adueñado de esa pequeña sala en la que estábamos, al lado derecho de la camilla dónde estaba había una butaca vacía con revistas de decoración. La habitación tenia una claridad que cegaba.
Asentí.
-Muy bien, guapísima. ¿Y sabes porqué estás aquí?- me preguntó un hombre en bata blanca de médico.
Pensé... y me acordé del accidente de los cacahuetes y el sofá. Noté cómo me iba haciendo pequeña de la vergüenza que estaba pasando.
Volví a asentir.
-Perfecto. Estás bien, no te pasa nada, puedes estar tranquila. Vas a estar unas horas más aquí para asegurarnos de que todo marcha bien, te haremos algunas pruebas y después ya podrás irte para casa, ¿Sí?.
Por tercera vez consecutiva, asentí.
Bueno te dejo aquí sola un momento y en seguida avisamos a tu acompañante y le decimos que has despertado, tienes suerte, llevaba sentado todo el rato en esta butaca pero justo hará tres minutos marchó un momento a por un refresco. Venga, descansa un poco más. Ahora mismo nos vemos.
Me quedé tendida en esa incómoda y pequeña camilla de hospital. Pero, y aunque otra vez había hecho el ridículo delante de un chico que merecía la pena.... me sentía totalmente afortunada.
Marina

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