viernes, 18 de febrero de 2011

Tina, la iluminada


A los dos días del accidente con los cacahuetes aun no me encontraba del todo bien por lo que estaba todo el día en casa, con el pijama, las zapatillas y el pelo más revuelto imposible de imaginar.
Mis padres me habían dejado durmiendo en mi cama porque tenían que llevar a mi hermano a una fiesta de cumpleaños. Recuerdo que estaba en un sueño profundo, de esos en los que ni siquiera hay lugar para los sueños, mi consciencia era un gran agujero negro. Pero entonces escuché algo que me hizo abrir los ojos, primero me di media vuelta y volví a dejar que mis pestañas se encontraran con mis marcadas ojeras, pero el ruidito era incesante y no paraba de sonar, envolví mi cabeza con la almohada formando un curioso "hot dog" pero como el ruido no paraba no tuve otro remedio que levantarme y averiguar qué es lo que era.

Finalmente, después de cinco minutos arrastrando los pies por el suelo de casa descubrí que el ruido no era más que el telefonillo. Lo descolgué con desgana y entonces, una voz chillona y penetrante entró en mí por mis oídos, Tina.

-Marina, soy yo. Ábreme.
-Tía, estoy hecha un asco y además estoy cansada.
-Mira, seguro que te he visto en peores situaciones y de lo que estás cansada es de estar todo el día tirada en la cama sin hacer nada. Abre.
-Venga, sube. Voy a ir preparando algo para tomar y hablamos.

Creo que no llegué a acabar de decir esta frase que ya la tenía en mi rellano.
Me dio un abrazo enorme.

-Te he echado de menos.
-Pero si sólo hemos estado dos días sin vernos.
-¿Te parece poco?
-Sí, demasiado poco.- me reí y la abracé igual o más fuerte que ella había hecho antes conmigo. -Pasa, voy a poner agua a hervir para hacernos una tisana y sacaré cookies de chocolate... aunque yo no puedo comerlas aún.
-Vaya, es que menudo susto Marina... no se te puede dejar sola.
-Anda, pero si estabas conmigo en el bar en el momento en que me comía los cacahuetes.
-Mentirosa... yo estaba con la chica que conocí y tu estabas hablando con un tio que estaba como un tren.
-Ya... no sé ni cómo se llama.- Saqué el agua ya lo suficientemente caliente y puse una poca en cada una de las tazas, Tina añadió la bolsita de tisana.
-Pues creo que tienes mucho que explicarme.
-No lo dudes, tengo muucho que decirte. Y te sorprenderá.
-Ya... pues creo que la que te va a sorprender voy a ser yo.-Dio un mordisco a una cookie causándome una envidia descomunal, cogió aire y dijo: Creo que me he enamorado.
Me reí, de la boca me salió todo el trago de tisana que había tomado, me continué riendo por al menos un minuto , cuando vi que realmente Tina no bromeaba paré en seco.
-¿Ya?, no sabía que era tan gracioso.-dijo con un semblante algo ofendido.
-Lo siento, es que... me ha sorprendido mucho, pero explica explica.
-Es la chica que conocí en el bar, se llama Julia y no me la he quitado de la cabeza desde entonces.
-Era muy guapa.
-Lo sé, pero no es eso. Nos besamos una vez pero ya está, no pasó nada más, tan sólo estuvimos hablando toda la noche hasta que salió el sol y el pub cerró.
-Pues éso no es nada normal en ti, tus noches no suelen acabar con una simple charla.
-Marina, no sé lo que me pasa.
-Si ya me lo has dicho antes, estás enamorada.
-Pero... si sólo estuvimos hablando unas cinco o seis horas.
-A veces es necesario tan sólo un segundo, te lo digo por experiencia. ¿Cómo es ella?.
-Bueno, tiene el pelo más suave del mundo, de un color castaño oscuro que le realza sus ojos también oscuros, tiene una pequeña cicatriz rosada en la barbilla, pero no se le nota mucho porque tiene una tez muy clara y bueno, es... genial. Está haciendo prácticas en un bufete de abogados y habla castellano, catalán, inglés y turco. Es divertidísima, toca el saxofón en una orquestra y puede mover las orejas. Le gusta viajar, estuvo viviendo dos meses en Dublín y fue allí dónde aprendió a hacer cerveza. Le encanta leer y Antonio Machado es su poeta preferido, ¡igual que yo!. Es fantástica Marina, jamás he conocido a nadie como ella.
-Vaya, te gusta de veras.- me quedé maravillada, Tina estaba enamorada, era algo insólito, me alegré mucho por ella porque sabía que algún día encontraría a la chica y que en su caso, sería la buena.
-¿Qué hago Marina?.- dijo con una cara de verdadera preocupación.
-¿Cómo que qué haces?, volver a verla, estar con ella y hablar. Podéis ir a tomar algo, al cine o simplemente ir a pasear, es lo que se suele hacer en estos casos.-Tina nunca había tenido una relación que durara más de una noche y estas cosas no las conocía.
-Tengo miedo.
-No lo has de tener, saldrá bien. En fin, es Julia, ¿no?, parece una chica genial y seguro que también quedó "iluminada" contigo.
-Eso espero.
-Claro que sí boba.
-Marina.
-¿Sí?.
-Gracias, no sabía qué hacer. ¡Ah!, y la tisana y las galletas buenísimas.
-De nada, y bueno... ¿no quieres que te cuente mi parte?.
-Me muero de ganas por escucharla.

Le expliqué todo lo que había pasado con Sparrow en su casa y en el hospital, le confesé lo que pensé estando en la camilla del hospital y le hice partícipe de lo que pensaba hacer. Y como era de esperar también la sorprendí.

Marina