sábado, 31 de julio de 2010

Con la piel de gallina

La cena se acercaba y yo estaba cada vez más nerviosa.
Ese sábado por la mañana invité a Tina a tomar algo en mi casa aprovechando que no había nadie y con la excusa de que necesitaba que me ayudara con unos asuntos de la universidad pero en realidad, y ella lo sabía, quería que habláramos sobre la cena porque ella era la única persona a la que le había explicado todo lo que había pasado y necesitaba poder hablarlo con alguien, quería que me diera consejos, que me dijera si iba bien vestida y si debía maquillarme o ir más bien natural, necesitaba que me dijera que iba a pásarmelo fenomenal, que sería un chico majo y que almenos sería una experiencia bonita para mí... sí, no sé que haría sin mi pelirroja preferida, adoro a Tina.
-¿Qué te vas a poner?- me preguntó mientras se comía una estupenda muffin de chocolate.
-No sé....- le contesté mientras abría mi armario.
-¡¡Mentirosa!! Sabes perfectamente lo que te vas a poner desde que saliste de ese autobús... ¿o es que acaso estoy equivocada?- en ese momento me di cuenta de que quizá pasábamos demasiado tiempo juntas, ¿Cómo me podía conocer tanto?.
-Dios Tina, esto no es justo. ¿Cómo puede ser que no se te pase una?, ¿Cómo puedes saberlo siempre TODO de mí?
-Ayyy pequeña mía....te conozco como si te hubiera parido... además eres muy predecible y ya sabes, nuestra conexión especial- me guiñó el ojo.
Le saqué la lengua.
- Y bien, ¿Qué te vaff a poner?- me preguntó con toda la boca llena de muffin.
-No se habla con la boca llena, no es nada sexy no poder pronunciar la "S"- le reñí, en plan de broma, claro.
-¿¿¡¡Quieres contestarme de una puñetera vez Marina!!??.
- Anda, y ahora me vienes con palabrotas.... ayyyy.... bueno, voy a ponerme la falda oscura tejana de tubo con la camiseta esa que tengo que es rosa pálido con escote de barca y de calzado... las sandalias de tiras y tacón altito que me compré contigo en Sitges.
-mmmm ¡qué sexy!... esa falda te hace un culo muy mono y no es muy larga precisamente... y con esos tacones... ¡¡irás tremenda!!- me dijo con los ojos como platos.
-Pues este modelito me lo reservaba para ti... pero como no me invitas a cenar nunca...- Le dije haciendo morritos.
-Pues cuando quieras nena- contestó de forma sexy y moviendo las cejas hacía arriba dos veces.
Le tiré una almohada a la cara y después saqué del armario la falda y la camiseta.
-Aaaaaaa, ahora entiendo porque no has comido ninguna muffin- Dijo mientras me señalaba con el dedo.
-A ver Sherlock, sorpréndeme.
-Bueno... es que últimamente has engordado un pelín- Soltó mientras se reía.
-Capulla...- Le dije mientras le tiraba otra almohada a la cara.
-jajajaja, es broma, ya sabes para mí sieeeempre serás la más guapa del reino.
-Gracias espejito.
-De nada mala bruja.
-¿Pero el espejito no considera que la más guapa es la Blancanieves?
-Sí, pero porque va salido. Además, siempre le dice a la bruja que es ella la más guapa del reino... lo de la Blancanieves es sólo un pequeño momento de debilidad que tiene.
-Una mala vida la de ese espejito- le dije en tono triste y enternecedor.
-No lo sabes tú bien... ¿Vas muy salida?.
-Tina, porfavor....-le protesté incrédula a lo que me había preguntado.
-No, te lo digo para que en la cena no confundas malas brujas con Blancanieves.
-Tranquila, no voy muy necesitada... mientras no me envenene ninguna manzana todo saldrá bien.
-Está bien...
Me empecé a poner o a enfundar la falda más bien, Tina tenía razón, había engordado un poquito desde que me compré la falda y ahora costaba entrarla.
-Dime Tina, ¿Parezco un chorizo?.
-Mmmmm no sé, no sé... más bien una morcilla.-sonrió.
-JA, JA muy graciosa. -le dije mientras me iba poniendo de los nervios.
-Estás preciosa, de verdad.- volvió a sonreir. -Ese chico va a ser muuuy envidiado esta noche.
-Vale, bueno, voy a maquillarme... ¿Tonos grisáceos o rosas?-pregunté.
-No no, sombra rosa tirando a naranja, colorete rosita pero labios marrón anaranjado, ¡Ah! la raya de los ojos gris y poquito rímel- soltó de carrerilla.
-Joder Tina, ¡Qué rápida eres!.
-Gracias- me dijo mientras pegaba el último bocado a la muffin.
-No, gracias a ti.... eres la mejor.
-Bueeno, sip, sip, sip... me lo suelen decir mucho. -¿Y qué?- preguntó.
-¿Qué de qué?- le dije mientras me ponía un poco de rímel en las pestañas.
-¿Qué esperas de esta noche?.
-Pues de momento espero llegar a tiempo al restaurante porque voy justa y encima no sé dónde está.
-Va Marina, ahora en serio... ¿Qué crees que pasará?
-Pues que hablaremos, comeremos, después saldremos a tomar algo y bueno, espero pasármelo bien con él y si puede ser... conocerle un poco mejor.
-Vale, pero acuérdate de la norma básica- me miró a los ojos y repetimos las dos a la vez: ¡Nunca en la primera cita!.
-Bueno, pues ya estoy... ¿Qué tal?
-¡Fantástica,! ¡radiante!, ¡espectacular!, ¡estás para mojar pan!- me dijo mientras salíamos de casa y yo cerraba la puerta con llave.
Mientras bajamos por las escaleras no nos dijimos nada, a veces los silencios dicen todo lo que no nos atrevemos a decir pero sólo una persona que te entienda de verdad es capaz de escuchar esas palabras mudas.
-Ten mucho cuidado, pásatelo genial, no bebas mucho y ¡disfruta!.- me dijo Tina mientras me miraba a los ojos.
-Te lo prometo.
Nos dimos dos besos y nos despedimos.
Ya mientras iba caminando y estaba a punto de girar la esquina escuché: ¡-¡¡Marina!!!, cuando llegues a casa llámame, ¿¿¡¡Entendido!!??, quiero saberlo absolutamente TODO, sea la hora que sea- era Tina, como no, le asentí con la cabeza y le guiñé el ojo, pensaba hacerlo igualmente aunque no me hubiera dicho nada.
Eran las 9:10 y estaba claro que iba a llegar un poco tarde, empecé a ponerme nerviosa y me vino una brisa de aire, en ese momento la piel se me puso de gallina.
La cena estaba muy cerca.
Marina

viernes, 9 de julio de 2010

Con la cabeza en las nubes...


Salí de aquel examen aún con el labio dolorido pero había conseguido detener del todo la hemorragia, fue salir del aula y olvidar absolutamente todas las preguntas del examen, las respuestas, algunas acertadas y otras improvisadas, que había escrito en esa hoja que ahora veía en blanco.

¿Debía ir a la cena? al fin y al cabo, sólo era un chico más de los muchos con los que me cruzo en el autobús , quizá se había quedado conmigo y no iba a existir nunca tal cena si no que me quedaría como una idiota en la calle esperándolo mientras él y sus amigos se cachondean de mí, quizá quería estafarme de alguna manera o sacarme el dinero diciendo que pertenece a una ONG que necesita mi ayuda o que necesita dinero para vivir porque no encuentra trabajo y se pasa el día con el culo pegado en el sofá, quizá él sólo quiera recuperar su pañuelo o puede... sí, seguro que era eso, él era un líder de una secta de éstas que te chupan el celebro, seguro que me diría que soy una de las elegidas para subir a una nave que nos iba a llevar a un planeta mucho mejor, o tal vez... exista la ínfima posibilidad de que, bueno que es absolutamente improbable, pero... quizá él me quiera conocer, ¿No?, no, no puede ser, ¡¿Cómo me va a querer conocer con el circo que monté en ese autobús?!.

Faltaban tan sólo cuatro días para esa cena, estaba preocupada y feliz a la vez, cosa que me provocaba un estado de confusión que no me dejaba dormir bien por las noches, me pasaba el día diambulando como un zombie por casa, se me hacía un esfuerzo enorme el abrir la boca para comer y en clase parecía que necesitaba grandes grúas para levantar mis párpados pues parecía que éstos pesaban toneladas... pero hubo una ocasión en que esa grúa no hizo bien su trabajo:

-¡Marina!, ¡Eh!- no hubo respuesta por mi parte.

-¡Marina!, ¡Eii, despierta!- no hubo respuesta.

-¡¡¡Marina!!!, ¡Venga despierta!- otra vez no hubo respuesta....

-¡Vamos Marina!.

-¿¡Qué!?, ¿Qué pasa?- al fin contesté, aunque yo no era consciente ni de quién me llamaba ni de dónde estaba.

-¡Menos mal Marina! ¡me estaba sintiendo como la abuela de Tom Sawyer al principio del libro!- Era Cristina, a Cristina le encanta leer, de todas las personas que conozco ella es la que más libros ha leído y cada vez que puede alardea de ello.

-Bufff gracias Tina, me había quedado totalmente dormida y no es que pueda echarme una cabezada en clase de psicofarmacología con la estirada de la Pelaez.

-No se merecen, pero ¿Por qué vas tan cansada? llevas un par de días que pareces un zombie- Sí, Cristina es como el gran ojo de Sauron, todo lo ve y de todo se da cuenta.

-Si te digo la verdad, no lo sé ni yo... o prefiero no pensar que estoy así por lo que creo que estoy así- estaba claro que quería hablar de ello con Tina ya que ella seguro que sabría qué hacer y por eso dejé caer esa respuesta que no dejaba lugar a dudas a la pregunta que ella me haría a continuación.

-Ay Marina... ¿A quién has conocido?- Dios, Cristina se había adelantado, había ido más allá, ¿Cómo había podido saber que había alguien? definitivamente, Cristina iba a ser la mejor psicóloga de nuestra promoción o tal vez, la mejor de toda nuestra generación, en fin, no supe que contestar y me puse nerviosa....

-¿Por qué tiene que haber alguien?- protesté.

-Pero lo hay, ¿Verdad?- me acusó.

-Puede...- me ofendí.

-Marina, cuando tú creas oportuno cuéntamelo pero ve con ojo, ¿Vale?, ya sabemos lo que ha pasado otras veces y ya sabemos que te haces siempre muchas ilusiones, trata de mantenerte con los pies en la tierra ¿Entendido?.

-Entendido Tina- A pesar de que me fastidiaba sabía que Tina tenía razón y que no había sido ni una vez ni dos, las veces que lo había pasado mal por culpa de un chico.

-¿Cuándo le vas a ver?- me preguntó.

-Este sábado, hemos quedado para cenar algo por Gràcia.

-Mi aviso no llegará tarde ya, ¿no?.

-¡Qué va Tina! ¡Es sólo un chico más! Nos hemos gustado el uno al otro, ¡Eso es todo!.



¡¡¡Y cuánto nos habíamos gustado!!!


Marina