domingo, 21 de noviembre de 2010

Tragos

Hay que reconocer que Miguel no se equivocaba cuando me dijo que el local tenía un muy buen ambiente, quizá uno de los mejores que he visto en Barcelona.
Para acceder al pub se tenía que pasar por una puerta más baja de lo normal, hasta yo que soy más bien bajita me tenía que acachar para poder pasar. Al entrar sentías que la temperatura de tu cuerpo subía unos cuantos grados centígrados por muy baja que estuviera la de tu alma. Sí, sé que suena muy dramático pero estaba realmente destrozada. Una vez te recuperabas del subidón de calor veías una barra de bar de la que era dueño un camarero alto pero con bastantes quilos de más, calvo, con una camiseta de tirantes que en su tiempo debió ser blanca y con unos brazos enormes y tatuados con lo que me parecieron ángeles, pero lo que más llamaba la atención del camarero era su semblante serio aunque era una de esas personas que sabes que en el fondo son unas bonachonas. La barra estaba repleta de botellines ya vacíos de cerveza de todas las marcas posibles, habían de las que ni siquiera había oído hablar. Detrás de la barra una harley negra colgaba de la pared. A mano derecha de la barra había lo que parecía una diana, pero estaba tan agujereada que era prácticamente imposible distinguir las lineas. Tina y yo, después de pedirnos una Heineken cada una ,nos dirjimos hacia el otro lado de la barra. El lugar era increíble, consistía en una sala bastante grande, no habían mesas sueltas sino que había una gran barra que rodeaba las cuatro paredes añiles de la sala con una gran mesa central donde se sentaba la gente a charlar aunque no se conociera de nada. Pero no era nada fácil entablar una conversación porque la música sonaba poderosamente, cuando entramos estaba sonando "Creep" de Radiohead lo que no incrementaba mucho mi ánimo, pero la verdad es que era una buena elección. Fuimos a sentarnos a un pequeño trozo de barra que estaba libre, porque el pub estaba a rebosar, aunque resultó bastante arduo llegar hasta allí con tanta gente y las luces tan tenues, al fin conseguimos llegar y sentarnos, y entonces me fijé en que, a parte de un montón de jarras de cerveza, del techo colgaba una gran campana de bronce.
-¿Qué pasada de sitio, no?- me dijo Tina con cara de embobada.
-Ya ves, tiene muy buen ambiente- musité.
-Ohh, por favor Marina, mira dónde estás, es un lugar increíble, para pasarlo bien y no quiero que tu estés aquí como una acelga, vamos a pasarlo bien, ¿te parece?- y me pasó el botellín de cerveza que habíamos pedido y que la gente nos había hecho llegar.
-Me parece- y le sonreí con una de mis mejores sonrisas falsas.
-Bien, así me gusta. Oh la la!- exclamó justo antes de dar un trago a su cerveza.
-¿Ya? joder Tina, cada día eres más rápida.
-No guapa, es que cada día me lo ponen más fácil, citando al gran Barney Stinson "Cada día que pasa hay más chicas de 22 años yendo a bares, y llámame confiado, pero creo que cada día son más tontas". Ahora vengo- y se fue con su botellín de cerveza en la mano.
Yo me quedé pensando en que a Tina le vendría bien dejar de ver tanta televisión y después me di cuenta de que estaba sola. Le di un trago a mi cerveza y me entraron unas ganas enormes de descolgar la harley de la pared, montarme en ella e irme a gran velocidad al lugar más alejado de aquel bar. Di otro trago. Miré el reloj. Localizé a Tina que estaba hablando con una chica morena que me pareció muy guapa y sí, un minuto después vi cómo se besaban. Justo sonó la estrofa de "Creep" que dice " What the hell I'm doing here?". Di otro trago. Y otro. Y otro. Me bebí el último poco de cerveza que quedaba. Me dispuse a coger la cazadora e irme para casa cuando de repente.... vi como el camarero se subía a la mesa central y hacía sonar la campana. ¡¡¡Hora feliz!!! empezó a chillar toda la gente, incluso Tina que estaba muy ocupada con su nueva chica también lo gritó.
Y es que cuando parecía que la noche había terminado para mí, sólo había acabado de empezar.
Marina

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Palomitas verdes


-¿Y ahora tienes su jersey?- me preguntó con su voz chillona
-Exacto- le respondí-lo has comprendido a la primera.
-Será cabronazo el tío este, ¿ves?, por cosas como éstas es por lo que renuncio a los hombres- dijo Tina echándose la mano derecha a la frente y con la otra cogiendo un puñado más de palomitas de caramelo.
-Bueno, pero ese no es el único motivo por el que renuncias al sexo masculino, eh pillina- le guiñé un ojo,le lancé un beso sexy al aire y cogí un puñado, algo más grande que el de Tina, de palomitas de caramelo.
-No por supuesto que no lo es- lanzó una palomita al aire y alzó la cabeza para comerla al vuelo- pero escucha Marina, no te deprimas por esto.
-¿Deprimida?, ¿yo?... no, qué va, estoy cabreada pero no deprimida.... en fin, él se lo pierde, ¿no?- y me metí todas las palomitas en la boca.
-Dios mío, estás hecha una mierda- me dijo con la mirada triste- a mí no me vas a engañar con tu discurso de mujer fuerte, tu comportamiento te delata.
-¿Mi comportamiento?- cogí otro buen puñado de palomitas.
-Sí, y deja ya de contestar a todo con preguntas. Estás hecha un asco, no estás apartando las palomitas verdes y las dos sabemos que siempre lo haces y cuando no, es porque algo malo te pasa.
-Está bien... sí, me ha afectado un poco. En fin Tina, ¿Qué quieres?, estaba viviendo el guión de una película, me estaba sintiendo como Holly en Desayuno con diamantes, estaba...
-En la nubes y has bajado de golpe, sí ¿y qué?... anda que no hay más peces en el mar, es más, te voy a proponer una cosa y no te me puedes negar.
-Das miedo, ¿el qué?- le pregunté con los ojos entrecerrados.
-Te propongo que convirtamos tu guión de película romántica, pastelera, cursi y sin un protagonista masculino que valga la pena por una película de Woody Allen- debió de ver mi cara de negación- quiero decir, de la etapa buena de Woody Allen.
-¿A qué te refieres?- le pregunté y acto seguido me metí un puñado enorme de palomitas, sin separar las verdes, porque sí, estaba deprimida.
-Son las 21:19 de un jueves, salgamos a fuera y quememos la ciudad con nuestro mejor fuego.
-Desde luego, nunca aciertas conmigo.
-Perdona guapita, pero acierto siempre- y me removió el pelo-píntate ahora mismo los labios, ponte un par de mis zapatos de tacón y coge tu chaqueta porque nos vamos.
-¿A dónde vamos?- le pregunté
-Marina, ¿es que no me has escuchado? vamos a convertir esto en una película de Woody Allen, nos vamos al pub que te recomendó el sinvergüenza ese, ¿Cómo se llamaba?.
-Miguel- le contesté metiéndome directamente en la boca una palomita verde.
-Miguel...que rima con cruel. ¿Cómo no pudiste darte cuenta de que eso no podía salir bien?- dijo irónicamente mientras me obligaba a ponerme mi cazadora tejana.
-Vale, vamos, vamos- dije no muy convencida y salimos a una buena velocidad de su habitación- ¡espera!, pasemos por mi casa, cogeré su jersey y lo dejaré en el bar para que lo pueda recoger.
¿Pero qué dices?, encima vas a hacerle favores... venga tira- y cerró la puerta de su habitación.
Al cerrar, una corriente de aire entró por la ventana de su habitación y tiró el pote de palomitas dentro del cual ya no quedaba ninguna de color verde.
¿Y sabéis qué?, esa noche... quemamos la ciudad con nuestro fuego más abrasador.
Marina