lunes, 31 de enero de 2011

En la camilla...

Estirada en la camilla, minutos después de que Sparrow se fuera y minutos antes de que mis padres vinieran a verme, empecé a pensar sobre cómo había cambiado todo.
Nunca he deseado cruzar el pasillo central de una descomunal iglesia rodeada de flores blancas, envuelta en un precioso y largo vestido blanco mientras un cuarteto de cuerdas tocan la marcha nupcial y nunca se me pasó por la cabeza que la persona que me esperara al otro lado del pasillo con los nervios a flor de piel fuera algo parecido a un príncipe de algún país nórdico... de eso, ya se encargaba mi hermana pequeña. Supongo que ésta sí era la boda que ella quería.
Yo me conformaba con encontrar a ese alguien hecho para hacerte sentir bien cuando estás mal y hacerte sentir aún mejor cuanto toda te va ya genial. Alguien con el que compartir los éxitos y porqué no, también los fracasos. Alguien al que enviar un sms a las tantas de la noche y hacerle sentir bien. Alguien que me hiciera sentir deseada. Alguien al que, aunque no me diera cuenta, necesitara. Alguien con el que ir compartiendo gestos. Alguien al que sacar la lengua o guiñar el ojo.
Recapacité en cuántas veces había creído encontrar a ese "alguien". En todas las ilusiones puestas en un "proyecto" que después, tan sólo quería tirar por la ventana.
Antes de mi estrepitosa caída en el autobús había tenido ya algunas relaciones. A los cuatro años (quizá el que te hace sentir más como una auténtica princesa), a los catorce (rápido y nada bonito), a los dieciocho (el más largo, el más novedoso, el que te hace dejar de pisar el suelo y en mi caso, con el que .... se notó más el deseo y la tentación que el amor) y a parte de estos tres, ninguno más.
Sí es verdad que me había fijado, pero por miedo, por vagancia o por descuido, renuncié.
Nunca me he sentido deseosa de tener una relación, de hecho, no la quería, no la necesitaba y siempre que lo pensaba me agobiaba. Además, siempre lo he pasado muy bien, con mis amigos, mis padres, mi hermano, la universidad, las fiestas, los bares, Tina y sus continuas locuras.
Pero hay un momento, que todos experimentamos, en el que se enciende algo dentro de ti, quizá no sabes muy bien qué es, pero lo descubres cuando te das cuenta de que no tienes a ese "alguien" del que hablaba antes.
Ese momento para mí fue la fiesta de la que ya escribí en la primera entrada de este blog.
Y entonces, segundos antes de que mis padres aparecieran por la puerta de la habitación, me di cuenta de que quizá había dejado escapar a ese "alguien". Quizá tenía su jersey, quizá lo único que quedaba de él era una apretujada lata de Cocacola tirada en la basura o que quizá no era ninguno de esos dos y era el camarero del pub o el enfermero que me había atendido. No podía saberlo. Pero de una cosa me percaté, a todos esos "alguien" los había conocido por casualidades, de hecho, por malos momentos. Y pude descubrir que quizá en estas cosas del amor (y me cuesta mucho escribir esta palabra) la ley del "causa y efecto" no existe.
Justo cuando vi entrar a mis padres de la mano, supe que lo que había pasado en los últimos días había sido por algo, supe que tenía que volver a ese restaurante hindú, supe que tenía que devolver el jersey a Miguel, supe que tenía que volver al pub de Gràcia y supe que tenía que comprar una funda de sofá a Sparrow.
Mientras escribo esto ya sé quién es ese "alguien". Sé si es uno de ellos dos o no, sé si fui una tonta que deliraba en la camilla o es que realmente, tuve una buena corazonada. Pero es algo, que ahora no voy a escribir... porque a esta historia aún le queda mucho para contar.
Marina

3 comentarios:

  1. la mejor parte de todas, donde has sabido describir todos esos pensamientos positivos o negativos que nos dan seguridad o inseguridad y que a todos nos ha pasado por la cabeza...
    te quiero!!!

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  2. En realidad Ari, lo verdaderamente difícil en la vida no es encontrar al príncipe azul sino valorar todo eso que describes sobre la persona que te entiende, que te cuida y que te quiere "en lo bueno y en lo malo".
    Lo que no entiendo es que tú con 17 años lo tengas tan claro y yo con 38 todavía creyendo en príncipes azules!!!

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  3. Bueno Magui, es Marina la que lo tiene claro!! ;) Besooos!

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